Texto: *Lc 10:33-37
Introducción:
Jericó era el tiempo
de Cristo, una ciudad sacerdotal, y nada menos que doce mil sacerdotes
habitaban allí, y usaban aquel camino constantemente para ministraren en el
templo.
Al pasar al ancho, el
sacerdote y el levita nos muestra que ni todos los que están vestidos de una
capa religiosa, son aprobados por Dios. Siendo Jesús la figura céntrica de esta
parábola, muestra su compasión revelando el amor de Dios que no ve barrera para
amar.
OBRAS DE LA CARNE.
“Carne” (*gr. *sarx)
es la naturaleza pecaminosa con sus deseos corruptos, la cual continúa en el
cristiano después de su conversión, siendo su enemigo mortal (*Rm 8.6-8,13; *Gl
5.17,21). Aquellos que practican las obras de la carne no podrán heredar el
reino de Dios (5.21). Por eso, esa naturaleza carnal pecaminosa precisa ser
resistida y mortificada en una guerra espiritual continua, que el creyente
traba a través del poder del Espíritu Santo (*Rm 8.4-14; ver *Gl 5.17).
Introducción: En
muchas pasajes bíblicas, nosotros podemos ver que fueron las personas que
fueron hasta Jesús en búsqueda de un milagro, algunas se humillaron, otras
clamaron desesperadamente por su nombre, pero en este pasaje nosotros vemos
algo insólito, vemos el propio Cristo tomando la iniciativa para actuar en la
vida de una pobre viuda.
Ella no clamó, no se
humilló y ni tocó en Él, sin embargo ella estaba llorando por la muerte de su
hijo.
En este pasaje
podemos comprender lo cuánto Jesús ama el ser humano, y lo cuánto él se
preocupa con nosotros, Él no tiene placer en nuestro sufrimiento y muy menos en
nuestro dolor.
Introducción:
La mujer Cananea no
era hija de Abraham y ni prosélita del judaísmo, pero tenía algunas calidades
espirituales que muchos judíos no tenían que era una fe viva y eficaz.
Usando pocas palabras
esa mujer conseguió atraer la atención de Jesús, que de manera alguna podría
dejar aquella pobre mujer ir aunque sin su milagro.
Por eso vamos a
aprender algunas lecciones espirituales con esta mujer, algunas actitudes de
ellas que nos enseña muchas cosas.
La Biblia nos cita nominalmente la existencia de por lo
menos cuatro seres de la esfera espiritual: ángeles, arcángeles, querubines y
serafines. A pesar de citarlos, no hay un explicación tan grande acerca de ellos. Pero, aún con
pocas informaciones, podemos tener una idea razonable del que es cada uno de
ellos.
La circuncisión fue instituida por Dios los tiempos de Abraham. Circuncisión
era la ceremonia donde era cortada la piel que cubre la cabeza del órgano
genital masculino, también llamada de prepucio. Algo bien parecido con la
cirugía de fimosis realizada nuestros tiempos (vea foto abajo). Era realizada
en los niños al octavo día de vida: “Lo que tiene ocho días será circuncidado
entre vosotros, todo macho en vuestras generaciones…” (Gn 17.12)
Su significado era
mucho más profundo del que simplemente un corte visible hecho en la carne.
La circuncisión
mostraba que aquel niño formaba parte de la alianza de Dios hecha con el pueblo
de Israel. ES claro que no era sólo el corte en la carne que hacía con que el
niño, y más tarde el adulto, fuera alguien que andaba en la presencia de Dios.
Era necesario obediencia a la leyes del Señor para que, efectivamente, la circuncisión
tuviera realmente valor.
La circuncisión
también era realizada en los esclavos que no tenían la sangre Israelí, pero que
formaban parte del pueblo. “todo macho en vuestras generaciones, tanto el
esclavo nacido en casa como el comprado a cualquier extranjero, que no sea de
tu estirpe. Con efecto, será circuncidado el nacido en tu casa y el comprado
por tu dinero; mi alianza estará en vuestra carne y será alianza perpetua.” (Gn
17. 12-13)

En el Nuevo
Testamento, la palabra circuncisión era usada para apuntar para aquellos que
eran Israelíes (judíos). El término, sin embargo, gana un significado más
profundo en las cartas de Paulo, donde él introduce el concepto de “circuncisión
del corazón”, que significa una conversión genuina, basada en la fe y en la
obediencia a Jesús Cristo. Dios no requiere más de nosotros una señal hecha en
la carne, pero sí una señal hecha en nuestro corazón
“Por el contrario,
el verdadero judío es aquel que es judío por dentro, aquel que tiene el corazón
circuncidado; y eso es una cosa que el Espíritu de Dios hace y que la ley
escrita no puede hacer…” (Rm
2. 29 – NTLH)